El desarrollo artístico de Ricky Martin parece contarse en sus canciones: Un bombón de azúcar que le cantaba a María saboreó la vida loca con su fama en plena ebullición, aunque guardaba un secreto que lo tenía a medio vivir sin que le importara la distancia. Pero, como tenía una asignatura pendiente, comenzó a hablarle a las almas del silencio. Entonces dijo basta ya... y pidió más.
De esa historia sobre su crecimiento artístico y personal se trata la gira mundial que Ricky Martin estrenó anoche en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot. Así, el astro boricua rindió tributo a su nueva etapa de vida reflejando su música, alma y sexo en un espectáculo que algunos calificaron como monumental.
Fue el primer encuentro musical que el cantante tuvo con su fanaticada tras haber anunciado hace casi un año su homosexualidad. A tales efectos, los sentimientos entre ídolo y fanáticos parecían estar como en carne viva. Se hicieron evidentes, intensos, imposibles de olvidar. También era la primera vez que se mostraba tal cual es: sin un gran secreto que le hizo lucir más natural y feliz. Con estas emociones encarnadas en sus seguidores, Ricky Martin manifestó haber renacido en su gente.
Anoche, el artista no sólo alzó la vara para lo que podría ser el mejor concierto de este año con el indudable fervor que desató entre la multitud, sino también con un elaborado y teatral espectáculo de casi dos horas.
De esta forma, luces sincronizadas al ritmo de un buen despliegue de música dominaron la función repleta de vídeos y vestimentas llamativas, llena de efectos pirotécnicos y pisos corredizos, adornada con una tarima impresionante e hilvanada con excelentes coreografías que iban desde lo sensual hasta lo jocoso.
A través de casi 25 canciones con las que recorrió su trayectoria desde sus inicios como solista hasta su más reciente disco, el intérprete inició la gira “Música+Alma+Sexo” a eso de las 9:25 p.m. A esa hora, el intérprete apareció librándose de cadenas en visuales.
De pronto, ante la presencia de una multitud enloquecida y con un nuevo recorte de cabello, el vocalista apareció cantando “Será, será” desde el centro de un andamio de tres pisos y nueve cubículos.
“Puerto Rico, no tengas miedo de vivir”, gritó, provocando aún más enardecimiento mientras bajaba aquella torre para tocar una versión electrónica de “Dime que me quieres”. Entonces, quedó descamisado para entonar “It’s Alright” a la vez que sacudía las caderas con sumo entusiasmo. Luego lanzó una patada, se colgó de un tubo e hizo movimientos pélvicos para su audiencia. Lo sexual, sin lugar a dudas, se dejó sentir.
“Muy buenas noches. Muchas gracias por estar aquí. Yo hoy la voy a pasar bien. Y ustedes, ¿qué van a hacer? ¡Estoy feliz!”, mencionó previo a controlar los ánimos con “Vuelve” ante la presencia de su familia y novio Carlos. Acto seguido, un bailarín presentó la historia de un joven que le confesó a su padre que era homosexual. “¡Soy gay!”, se escuchó y, de repente, el protagonista de la noche salió del piso vocalizando “Livin’ la vida loca” en una chaqueta blanca.
En este segmento tipo cabaret, interconectado con trompetas y sillas, el filántropo le coqueteó a sus bailarinas mientras deleitaba con éxitos como “She Bangs”, “Shake Your Bon-Bon” y “Loaded”.
El alma de la función se comenzó a sentir tan pronto el artista se sentó para vocalizar “Basta ya”. Fue entonces que hizo llorar a algunos que ondeaban orgullosamente la bandera de la comunidad lésbica, gay, bisexual y tránsgenero (LGBT).
Los aires mediterráneos luego pasaron a percibirse a través de “María” y “Tu recuerdo”, seguido por una nota más romántica en “Te extraño, te olvido, te amo” y “El amor de mi vida”.
Más tarde, el músico complació con “Frío” enredando a tres bailarines en un látigo con gran coquetería. Durante la última parte del concierto, se recogió un estilo afroantillano que le cayó como anillo al dedo a cortes como “La bomba”, “Pégate” y una versión acústica de “Más”.
La gira, que se extenderá hasta el lunes en la Isla, llegaría a su fin ante los acordes de “La copa de la vida”. Pero Ricky Martin regresó al escenario para darle más a su fanaticada. Así, el ídolo le dedicó a su gente “Lo mejor de mi vida eres tú”.
Fue un espectáculo que llevó un mensaje contra cualquier tipo de marginación, prejuicio y subordinación. El público lo aceptó como en un mantra de libertad. La noche fue intensa.